Restaura Belén
Cruces de Mayo en Belén: Festividad a las protectoras desde las alturas del pueblo
Actualizado: 12 may 2020

Mayo es el mes cuando cientos de cruces son veneradas, vestidas y festejadas en el mundo andino y afrodescendiente de la Región de Arica y Parinacota. Y en Belén es una celebración familiar y comunitaria de gran respeto, devoción y alegría, donde la comunidad recuerda antiguas tradiciones y cánticos propios del poblado.
Mediante relatos de beleneñas y beleneños revivimos la festividad que se celebra durante mayo e incluso hasta junio, pero que, por la emergencia sanitaria, este 2020 tiene una connotación diferente.
Si bien la festividad a las cruces tiene un origen del cristianismo traído en la Conquista de territorio, también nace de las ceremonias prehispánicas a la Chakana, símbolo y expresión indígena cuyo profundo significado interpreta las relaciones multidimensionales de la espiritualidad andina tanto con la agricultura, como con el cosmos y desarrollo de la vida.
Protectoras de Belén
“En el pueblo de Belén hay diferentes cruces en diferentes lugares; algunas son familiares y algunas son de todo el pueblo. Está la Cruz de Corpus Christi, que celebro personalmente como la mayordoma grande, la Cruz del Medio, la Cruz de Tablatablane, la Cruz Colorada y la Cruz de Chapicollo. La más importante, sin embargo, es la Cruz del Milagro, que se encuentra en un cerro con una vista privilegiada del pueblo y sus chacras”, enumera Doris Condori, mayordoma mayor del templo de Santiago Apóstol.
Victor Mollo, habitante del pueblo y maestro de la restauración del templo, explica la devoción a las cruces. “Para nosotros los católicos, la Cruz es importante porque es donde murió el señor Jesús. Entonces ella representa la imagen de nuestro Señor y ella nos protege desde las alturas de las malas vibras y malos espíritus, mirando atenta a los males que nos pueden venir. Como ahora tenemos esta enfermedad de la pandemia, mucha gente se encomienda a la cruz y a los santos, para que nos proteja, pero la cruz es el máximo símbolo. Así es la tradición”.
Festividad
La celebración de la Cruz del Milagro es la que inaugura la temporada de cruces en Belén, que se extiende hasta el mes de junio. Cada año, la cruz renueva su atuendo. Además del pasante, que se hace cargo de la organización de la fiesta y sus pormenores, una persona de la comunidad se compromete a confeccionar el vestuario de la cruz, que suele consistir en una túnica o velo, una corbata, cintas de colores y un elegante arreglo de flores.
A pesar de los años, la comunidad de Belén, procura mantener la festividad lo más apegado a la tradición heredada oralmente de generación en generación.
La cruz se festeja con una víspera, esa noche se lleva la cruz en el templo y se bendice con su pawa y challa, cantando, bailando y ofreciendo licores finos como ofrenda y el infaltable vino navegado para pasar la noche fría. Luego de compartir hasta bien entrada la madrugada, la gente se va a sus casas a descansar, dejando algunas velas encendidas alrededor de la Cruz para que esté iluminada.
Temprano al día siguiente se espera el alba en la casa del alférez donde la Cruz es velada. El pasante ofrece a todos los asistentes una calapurca reponedora con unas sopaipillas y un café. La banda llega luego con su saludo de buenos días y, más tarde, se celebra una misa en el templo.
A eso de las 2 o 3 de la tarde, se prepara la caravana para subir al calvario y despedir a la Cruz hasta el próximo año. Es un camino sacrificado, pues el sendero que hay que seguir es empinado y está un poco borrado por las lluvias del verano. La banda se queda a mitad de camino, los instrumentos son pesados y es fácil tropezar si no se tiene la mirada bien puesta en el andar. La música continúa, a cargo de cantores del pueblo, como son los hermanos Beto y Chemo Zegarra.
Arriba en el calvario, se hace una pawa y es instalada la Cruz nuevamente en su altar. Luego se hace llamado a viva voz para recibir el cargo de alférez y colaboraciones voluntarias para el próximo año.
La jornada finaliza con una guatia comunitaria en la mayordomía del pueblo. Después del almuerzo, se corren las mesas y se inicia el baile, primero con las autoridades del pueblo y los pasantes, y después con toda la comunidad.
“Antes se hacía la guatia allá arriba, pero era porque había otro camino en que podía subir el animal con las cosas cargadas, porque es complicado subir derecho por donde uno va a pie. Pero realmente antes la gente lo hacía porque tenía la determinación de hacerlo, estaba más acostumbrada a esa vida más sacrificada, pero ahora buscamos la comodidad a como dé lugar, ya no hay tanto sacrificio. Los antiguos tenían ese tesón”, rememora Alicia Zegarra, beleneña y aprendiz de restauradora, cuya familia siempre apoya la celebración con el propósito que no se pierda la costumbre.
Revisa la reseña completa en “Relatos de Belén: La Cruz Milagro, una verdadera fiesta en comunidad”, en: www.restaurabelen.cl/publicaciones